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La escena sucede en un teatro. Sobre el escenario un gran rótulo dice “ENTREGA DEL PREMIO ANUAL A LA MAYOR CONTRIBUCIÓN EN CÁNCER”. En el escenario dos distinguidos personajes, uno está a punto de entregar una gran medalla y un cheque al segundo. En el otro extremo de la sala hay dos hombres contemplando la escena. En el momento de la entrega del premio se oye una creciente cascada de aplausos provinientes de los asientos de la platea. Uno de los hombres de pie al fondo exclama: “Pero, ¡como¡, si todos los sentados que aplauden son ratones de laboratorio¡” “Claro que sí, le responde el otro, porque el invento solo funciona en ratones…”.

La exageración del sentido del humor permite la crítica despiadada pero no tan lejana de la realidad. Solo hace falta releer día tras otros las noticias sobre la investigación en cáncer en nuestros medios de comunicación. Casi todas las aportaciones acaban con una frase que,más o menos, dice: “Lo hemos probado con ratones y funciona, esperamos que dentro de X años lo haga en humanos…”

Muchas de estas investigaciones han obtenido importantes recursos económicos de manos generosas, públicas y privadas. Pero, en la mayoría de casos, los resultados se pierden en el olvido. .

FEFOC opina que debemos valorar más la investigación aplicada a mejorar la salud de las personas, no la de los ratones, que son estudiados con exceso. Comités de sabios relevantes, sin intereses de ningún tipo ni participantes en la investigación que va a ser juzgada deberían participar más en la concesión de ayudas a la investigación.

Prioritario debería ser ayudar a quienes  ofrecen aportaciones relevantes para la comunidad de pacientes, investigadores conectados con la comunidad, no aislados en sus laboratorios y congresos, transparentes al máximo, que abordaran cuestiones importantes con previsible aplicación a la salud de las persona,, que beneficiaran a la población, que mejoraran la salud, que ayudaran sobre todo a la prevención de las enfermedades, a su diagnóstico precoz y que dieran soporte a aquellos tratamientos menos costosos economicamente, con menos efectos secundarios y con más posibilidades de curación. Y que atendieran a temas fundamentales no resueltos.

Dejémonos ya de ir detrás de la palabra investigación como una solución mágica a todos los problemas. Seleccionemos bien la investigación pero no repitamos una y otra vez el gran error del ya fallecido expresidente de  los Estados Unidos, don Richard Nixon (qepd). Como quizás recordarán, tras la extraordinaria hazaña del vuelo a la luna, los norteamericanos decidieron acabar con el cáncer en 10 años. La National Act contra el cáncer, firmada en 1971 por Richard Nixon, propuso un plan dotado con unos 4.000 millones de dólares USA. ¡Fantástico¡ Lo malo fue la distribución del dinero que tan solo dedicó unos 300 millones a prevención. El resto se lo llevó la investigación básica (perfecto) y la investigación de tratamientos. Solo 300 millones para el tema más importante, prevenir el cáncer. Se olvidó a Hipócrates que, 400 A.J.,ya dijo aquello de que ante la enfermedad era mejor prevenir que curar (¿fue en realidad Hipócrates un terrible ingenuo?)

Prevenir significa pensar en las personas, como lo es, darles el mejor soporte, informarles objetiva y honestamente de las posibilidades de los tratamientos para que escojan decisiones objetivas. Prevenir significa aplicar la investigación a las personas, no a los ratones.

¿Estamos contra la investigación? Muy al contrario, estamos en favor de la investigación auténtica que no tenga necesidad de salir a cada dos por tres en los medios de comunicación ofreciendo remedios para los ratones. Estamos en favor de la investigación seria, objetiva, callada, relevante pero que tenga como eje vertebrador el bien de las personas.

Y estamos porque los fondos públicos y privados se balanceen adecuadamente.. Estamos por la investigación aplicada al bien de la salud de las personas. Que los ratones se curen está bien, pero mejor que lo hagan las personas.

 

 

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