El diagnóstico de cáncer es un acontecimiento estresante en la vida de cualquier persona que se asocia a diversas dificultades como ansiedad, depresión, miedo (a la repetición de la enfermedad, al futuro…), así como a la problemática física que suponen los efectos secundarios del tratamiento.
En el caso del cáncer de próstata hay una elevada probabilidad de que los efectos del tratamiento repercutan de forma importante en la calidad de vida del paciente. Nos referimos sobretodo a las posibilidades de sufrir incontinencia urinaria y/o disfunción eréctil, pero también a otros, como la pérdida de la libido, efectos gastrointestinales, alteraciones del humor….
Las repercusiones psicológicas debidas al cáncer de próstata suman dos aspectos: aquellos relacionados con el cáncer en general, y las propias de la localización de la enfermedad y el tratamiento:
– En cuanto a las repercusiones psicológicas del cáncer, estas se deben a que la población suele atribuirle un significado de muerte, estigma y por la incertidumbre, todavía presente hoy en día, sobre sus causas y posibilidades de curación. Los trastornos más frecuentes en el estado de ánimo son ansiedad y depresión. También pueden haber periodos de insomnio, anorexia e interrupción de las actividades cotidianas, además de miedo persistente por la posibilidad de recaída.
– El cáncer de próstata supone, por los efectos de su tratamiento, una amenaza para el enfermo, debido a la percepción de daño a su auto-imagen y a su masculinidad. Esto puede afectar seriamente a las relaciones de pareja, y a la propia autoestima del afectado. Las posibles problemáticas como la incontinencia y la impotencia sexual, dañan la concepción del paciente como hombre, le llenan de vergüenza y de incomodidad. Si todavía está activo laboralmente, puede sentir dificultades funcionales en su trabajo, por ejemplo, el tener que orinar más a menudo, con todo lo que implica, con el miedo añadido a que los compañeros de trabajo se den cuenta. Si ya no trabaja, puede sufrir una alteración emocional al sumarse la jubilación (con todo lo que implica en nuestra sociedad), a estas pérdidas a nivel físico, que le harán valorarse menos a sí mismo.
Por otra parte, debemos añadir que en el cáncer de próstata se hacen patente dos aspectos muy importantes, que tienen que ver con aspectos médicos, pero que suponen un incremento en la angustia del enfermo:
– La decisión entre diferentes alternativas de tratamiento: la posibilidad de que haya más de una terapéutica posible, con diferentes efectos secundarios tiene una doble repercusión en el bienestar del enfermo. Por una parte, añade angustia ante la duda sobre si se ha elegido bien. Por otra parte, si el paciente, está bien informado, con ecuanimidad y objetividad, por parte del médico, le ayuda a incrementar la sensación de control, cosa que es muy importante, sobretodo en el sexo masculino. En algunos casos, en los que no se ha informado o no se ha hecho de manera apropiada, los pacientes ven aumentar su nivel de angustia. Es muy importante que el enfermo tenga la sensación de que existe un alto grado de comunicación entre él y el médico.
– El conocimiento respecto a los marcadores tumorales: cada vez más, los pacientes con cáncer reciben información respecto a cifras, y controlan cuando los números indican que hay algo que no marcha bien. El paciente con cáncer de próstata suele estar informado acerca de su PSA y, cuando espera los resultados o ante incrementos mínimos, puede verse angustiado. Esto se denomina la “ansiedad del PSA”, y puede llegar a constituir un auténtico problema psicológico. Hay pacientes que hacen gráficos de su PSA y otros que van a diferentes analistas para corroborar resultados. En inglés denominan para indicar la fuente de angustia que puede llegar a generar este análisis le denominan Patient Stress and Anxiety (Ansiedad y estrés del paciente) o el análisis que promueve ansiedad y estrés (Promote Stress andAnxiety). Recientemente se ha generado un cuestionario específico para evaluar la ansiedad debida al PSA.
El cáncer de próstata puede suponer un reto importante en la vida del afectado. Marca muchos aspectos de su vida, tanto personales , como labores y sociales. Por ello puede ser importante recibir soporte psicológico, individual o de pareja, cuando los recursos habituales en la vida del enfermo, no sean suficientes. Una forma de intentar evitar que se incrementen en alto grado el malestar y angustia del paciente, es obtener el máximo nivel de información sobre la enfermedad, el tratamiento y sus efectos secundarios. Una buena comunicación con el médico es una de las claves para conseguir la tranquilidad y sensación de control del paciente.